¡A quién votar nuestros nietos!

Estamos a una hora de las próximas elecciones municipales y autonómicas. ¿Exagerado?
Con la lotería empezamos el invierno, tres meses rápidos e insustanciales (en pueblos pequeños, aunque también en los grandes haya frío, lluvia y viento, o sea, recogimiento; aunque de esto en las ciudades dicen que hay mucho menos, no debemos olvidar que la crisis pisa fuerte, de ahí que nos parezcamos los pequeños a los fuertes). Los días empiezan a darnos más luz, y ya terminado Abril, altavoces, carteles, octavillas y pancartas nos anuncian que a las puertas ya tenemos a: ¿quién coño votaremos?

A quién votar, debe ser harto difícil. Depende cómo se mire: Este me cae muy mal; aquél no me gusta nada; el que allí está agachado no me gusta su mirada; los del cartel sin pintar y con esa " sinsonada" no voy a perder el tiempo, que los vote la María, la que vive en la Quintana.

Bueno, visto que no hay fegadín para echar las papeletas, ¿Quién coño va a gobernar? ¿una cuadra de piratas?

Las cosas han de cambiar, no nos queda más remedio; pues si seguimos así, con los derechos pisados, sin comer y sin trabajo, la meta que alcanzaremos será la de llegar pronto al fin, pasando por esta feria, como dicen vulgarmente, sin puta gloria ni pena.

Puestos a ser soñadores pensemos en el futuro…¡qué futuro? El que tendrán las cuadrillas venideras. Ojalá sean distintas a las que ahora vivimos, pues si no giran con fuerza el horizonte marcado, vivirán mucho peor por haberles embarcado.

No sigáis nuestros consejos, no os fijéis en “nuestros logros”. Vivimos siglos y siglos unos encima de otros, unos atesorando, otro soñando hacerlo, otros a pescuezo trabajando, con frío, hambre y miseria para que aquellos zoquetes llenaran bolsas y bolsas de basura sus cabezas. Y así, llegando y llegando con la lengua en el suelo, ya no pudimos más y nos morimos, sobre todo, de miedo.

Por eso os digo, pequeños, que no sigáis nuestros consejos, pues si así vais a vivir, a parte de estar luchando, nunca felices seréis y sí seréis, aunque viviendo, seres de funeral, sin habitar cementerio.

Coses de Vitorín