10-06-08, 15:01
POLÍTICA
Así es la corte del talibán de la COPE, tal para cual
El juez prevaricador Liaño quería cargarse El País, lo indultó Acebes y defiende a Losantos
Prosigue la campaña mediática para salvar judicialmente a Federico Jiménez Losantos, mártir de la libertad de expresión según sus defensores. Entre éstos abundan conocidos personajillos de la caverna, como Pío Moa, convertido en maestro de ceremonias de un manifiesto de adhesión al talibán de las ondas divinas.
<!-- En El Mundo no se desperdicia ocasión para beatificar estos días a su colaborador habitual, que es además compadre de Pedro J. El turno de elogios al héroe le correspondió ayer a Javier Gómez de Liaño, quien firmaba una Tribuna Libre como “abogado y magistrado excedente”.
Manera fraudulenta
¿Magistrado excedente? Bueno, es ésta una manera fraudulenta de describir a este otro apologista de don Federico. En realidad, Gómez de Liaño es un juez –magistrado durante años de la Audiencia Nacional-, al que el Tribunal Supremo condenó, el 15 de octubre de 1999, por prevaricación, a 15 años de inhabilitación y expulsión de la carrera judicial.
Solemne disgusto
El 18 de diciembre de 2003, Gómez de Liaño y sus amigos del aznarismo se llevaron otro solemne disgusto. El Tribunal Constitucional denegó ese día a Gómez de Liaño el amparo contra su condena por prevaricar. La sentencia del Constitucional sólo contó con tres abstenciones frente a los nueve magistrados que votaron a favor de la misma.
El jubileo
Hay que puntualizar que siendo a la sazón Ángel Acebes, ¡qué casualidad!, ministro de Justicia –el 1 de diciembre de 2000-, Gómez de Liaño fue indultado por el Gobierno que presidía entonces José María Aznar. Acebes, el monaguillo de Aznar, indultó al tutti quanti, acogiéndose al jubileo o año santo que celebra cada cuarto de siglo la Iglesia. Benefició ese indulto a 1.443 personas Se trataba, en el fondo, de diluir entre muchas la absolución gubernamental al tal Liaño.
Amplia polémica
Este indulto masivo –que parecía inspirarse en la magnanimidad legendaria del llamado Caudillo- suscitó una amplia polémica. No faltaron excelentes constitucionalistas –como Marc Carrillo, entre otros- que criticaron el motivo de tan insólito indulto: “El jubileo es una celebración católica y el Estado español es aconfesional” Los poderes públicos –añadió- “deberían quedar desvinculados de razones religiosas”.
Formato de sentencia
Gómez de Liaño, en su Tribuna Libre, hace un panegírico de Jiménez Losantos y subraya que “es saludable sentirse solidario con alguien que jamás vuelve la cara a la libertad”. El escrito del juez prevaricador emula el formato de una sentencia. Sus considerandos son todos ellos positivos para el locutor copeliano. No deja de ser asombroso –o, mejor dicho, repugnante- que diversos tipejos de la derecha extrema y/o del cinismo sin escrúpulos se erijan ahora en baluartes de la libertad de expresión.
Alfil judicial
Porque –conviene no olvidarlo- Gómez de Liaño fue el alfil judicial que necesitaban Aznar y su patulea de verdugos para intentar el jaque mate al Grupo Prisa. Desde la Moncloa, el trío compuesto por el mismísimo Aznar, por Francisco Álvarez Cascos y por Miguel Ángel Rodríguez -poco después de la exigua victoria electoral del PP en marzo de 1996- hizo cuanto estuvo en su mano para destruir El País y la SER.
Vivos y conversos
El acompañamiento del trío fue multitudinario por parte del periodístico Sindicato del Crimen -con Pedro J. al frente de tan peligrosa pandilla-, que abarcaba desd Jaime Campmany, un franquista enragé ya difunto, a no pocos vivos y demasiados conversos, cuyos nombres continúan brillando con el esplendor del color amarillo. Entre los conjurados, resulta imprescindible resaltar la tramposa tarea judicial de Gómez de Liaño en su condición de paladín de las libertades. La orden de encarcelar a Jesús Polanco y a Juan Luis Cebrián no se cumplió por el canto de un duro.
Los “indomables”
A Gómez de Liaño lo protegían en aquel momento el opusino Jesús Cardenal, fiscal general del Estado; el reaccionario Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional y el fiscal Ignacio Gordillo, también de la Audiencia Nacional. Gordillo pertenecía al grupo de los fiscales autodenominados “indomables”, de la Audiencia Nacional, entre los cuales figuraba María Dolores Vázquez de Prado, casada con Gómez de Liaño. Semejantes indomables –subrayémoslo- actuaron objetivamente más como aliados que como fiscales respecto a Mario Conde.
Sin amparo del Poder Judicial
Gómez de Liaño fue entrevistado para El Mundo –su diario amigo- el 13 de diciembre de 1999. Interrogado sobre si “sufrió interferencias jurídicas o políticas”, respondió que “no”. Pero lamentó no haber tenido “ningún amparo del Poder Judicial cuando me insultaban”. Quien ayer defendía a capa y espada al Mayor Insultador del Reino se quejaba hace casi nueve años de que le insultaran a él. Así es la corte de Losantos. Tal para cual.
Enric Sopena es director de El Plural
-->En El Mundo no se desperdicia ocasión para beatificar estos días a su colaborador habitual, que es además compadre de Pedro J. El turno de elogios al héroe le correspondió ayer a Javier Gómez de Liaño, quien firmaba una Tribuna Libre como “abogado y magistrado excedente”.
Manera fraudulenta
¿Magistrado excedente? Bueno, es ésta una manera fraudulenta de describir a este otro apologista de don Federico. En realidad, Gómez de Liaño es un juez –magistrado durante años de la Audiencia Nacional-, al que el Tribunal Supremo condenó, el 15 de octubre de 1999, por prevaricación, a 15 años de inhabilitación y expulsión de la carrera judicial.
Solemne disgusto
El 18 de diciembre de 2003, Gómez de Liaño y sus amigos del aznarismo se llevaron otro solemne disgusto. El Tribunal Constitucional denegó ese día a Gómez de Liaño el amparo contra su condena por prevaricar. La sentencia del Constitucional sólo contó con tres abstenciones frente a los nueve magistrados que votaron a favor de la misma.
El jubileo
Hay que puntualizar que siendo a la sazón Ángel Acebes, ¡qué casualidad!, ministro de Justicia –el 1 de diciembre de 2000-, Gómez de Liaño fue indultado por el Gobierno que presidía entonces José María Aznar. Acebes, el monaguillo de Aznar, indultó al tutti quanti, acogiéndose al jubileo o año santo que celebra cada cuarto de siglo la Iglesia. Benefició ese indulto a 1.443 personas Se trataba, en el fondo, de diluir entre muchas la absolución gubernamental al tal Liaño.
Amplia polémica
Este indulto masivo –que parecía inspirarse en la magnanimidad legendaria del llamado Caudillo- suscitó una amplia polémica. No faltaron excelentes constitucionalistas –como Marc Carrillo, entre otros- que criticaron el motivo de tan insólito indulto: “El jubileo es una celebración católica y el Estado español es aconfesional” Los poderes públicos –añadió- “deberían quedar desvinculados de razones religiosas”.
Formato de sentencia
Gómez de Liaño, en su Tribuna Libre, hace un panegírico de Jiménez Losantos y subraya que “es saludable sentirse solidario con alguien que jamás vuelve la cara a la libertad”. El escrito del juez prevaricador emula el formato de una sentencia. Sus considerandos son todos ellos positivos para el locutor copeliano. No deja de ser asombroso –o, mejor dicho, repugnante- que diversos tipejos de la derecha extrema y/o del cinismo sin escrúpulos se erijan ahora en baluartes de la libertad de expresión.
Alfil judicial
Porque –conviene no olvidarlo- Gómez de Liaño fue el alfil judicial que necesitaban Aznar y su patulea de verdugos para intentar el jaque mate al Grupo Prisa. Desde la Moncloa, el trío compuesto por el mismísimo Aznar, por Francisco Álvarez Cascos y por Miguel Ángel Rodríguez -poco después de la exigua victoria electoral del PP en marzo de 1996- hizo cuanto estuvo en su mano para destruir El País y la SER.
Vivos y conversos
El acompañamiento del trío fue multitudinario por parte del periodístico Sindicato del Crimen -con Pedro J. al frente de tan peligrosa pandilla-, que abarcaba desd Jaime Campmany, un franquista enragé ya difunto, a no pocos vivos y demasiados conversos, cuyos nombres continúan brillando con el esplendor del color amarillo. Entre los conjurados, resulta imprescindible resaltar la tramposa tarea judicial de Gómez de Liaño en su condición de paladín de las libertades. La orden de encarcelar a Jesús Polanco y a Juan Luis Cebrián no se cumplió por el canto de un duro.
Los “indomables”
A Gómez de Liaño lo protegían en aquel momento el opusino Jesús Cardenal, fiscal general del Estado; el reaccionario Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional y el fiscal Ignacio Gordillo, también de la Audiencia Nacional. Gordillo pertenecía al grupo de los fiscales autodenominados “indomables”, de la Audiencia Nacional, entre los cuales figuraba María Dolores Vázquez de Prado, casada con Gómez de Liaño. Semejantes indomables –subrayémoslo- actuaron objetivamente más como aliados que como fiscales respecto a Mario Conde.
Sin amparo del Poder Judicial
Gómez de Liaño fue entrevistado para El Mundo –su diario amigo- el 13 de diciembre de 1999. Interrogado sobre si “sufrió interferencias jurídicas o políticas”, respondió que “no”. Pero lamentó no haber tenido “ningún amparo del Poder Judicial cuando me insultaban”. Quien ayer defendía a capa y espada al Mayor Insultador del Reino se quejaba hace casi nueve años de que le insultaran a él. Así es la corte de Losantos. Tal para cual.
Enric Sopena es director de El Plural
![[Imagen: 0000008983.jpg]](http://www.elplural.com/media/0000008500/0000008983.jpg)
Así es la corte del talibán de la COPE, tal para cual
El juez prevaricador Liaño quería cargarse El País, lo indultó Acebes y defiende a Losantos
Prosigue la campaña mediática para salvar judicialmente a Federico Jiménez Losantos, mártir de la libertad de expresión según sus defensores. Entre éstos abundan conocidos personajillos de la caverna, como Pío Moa, convertido en maestro de ceremonias de un manifiesto de adhesión al talibán de las ondas divinas.
<!-- En El Mundo no se desperdicia ocasión para beatificar estos días a su colaborador habitual, que es además compadre de Pedro J. El turno de elogios al héroe le correspondió ayer a Javier Gómez de Liaño, quien firmaba una Tribuna Libre como “abogado y magistrado excedente”.
Manera fraudulenta
¿Magistrado excedente? Bueno, es ésta una manera fraudulenta de describir a este otro apologista de don Federico. En realidad, Gómez de Liaño es un juez –magistrado durante años de la Audiencia Nacional-, al que el Tribunal Supremo condenó, el 15 de octubre de 1999, por prevaricación, a 15 años de inhabilitación y expulsión de la carrera judicial.
Solemne disgusto
El 18 de diciembre de 2003, Gómez de Liaño y sus amigos del aznarismo se llevaron otro solemne disgusto. El Tribunal Constitucional denegó ese día a Gómez de Liaño el amparo contra su condena por prevaricar. La sentencia del Constitucional sólo contó con tres abstenciones frente a los nueve magistrados que votaron a favor de la misma.
El jubileo
Hay que puntualizar que siendo a la sazón Ángel Acebes, ¡qué casualidad!, ministro de Justicia –el 1 de diciembre de 2000-, Gómez de Liaño fue indultado por el Gobierno que presidía entonces José María Aznar. Acebes, el monaguillo de Aznar, indultó al tutti quanti, acogiéndose al jubileo o año santo que celebra cada cuarto de siglo la Iglesia. Benefició ese indulto a 1.443 personas Se trataba, en el fondo, de diluir entre muchas la absolución gubernamental al tal Liaño.
Amplia polémica
Este indulto masivo –que parecía inspirarse en la magnanimidad legendaria del llamado Caudillo- suscitó una amplia polémica. No faltaron excelentes constitucionalistas –como Marc Carrillo, entre otros- que criticaron el motivo de tan insólito indulto: “El jubileo es una celebración católica y el Estado español es aconfesional” Los poderes públicos –añadió- “deberían quedar desvinculados de razones religiosas”.
Formato de sentencia
Gómez de Liaño, en su Tribuna Libre, hace un panegírico de Jiménez Losantos y subraya que “es saludable sentirse solidario con alguien que jamás vuelve la cara a la libertad”. El escrito del juez prevaricador emula el formato de una sentencia. Sus considerandos son todos ellos positivos para el locutor copeliano. No deja de ser asombroso –o, mejor dicho, repugnante- que diversos tipejos de la derecha extrema y/o del cinismo sin escrúpulos se erijan ahora en baluartes de la libertad de expresión.
Alfil judicial
Porque –conviene no olvidarlo- Gómez de Liaño fue el alfil judicial que necesitaban Aznar y su patulea de verdugos para intentar el jaque mate al Grupo Prisa. Desde la Moncloa, el trío compuesto por el mismísimo Aznar, por Francisco Álvarez Cascos y por Miguel Ángel Rodríguez -poco después de la exigua victoria electoral del PP en marzo de 1996- hizo cuanto estuvo en su mano para destruir El País y la SER.
Vivos y conversos
El acompañamiento del trío fue multitudinario por parte del periodístico Sindicato del Crimen -con Pedro J. al frente de tan peligrosa pandilla-, que abarcaba desd Jaime Campmany, un franquista enragé ya difunto, a no pocos vivos y demasiados conversos, cuyos nombres continúan brillando con el esplendor del color amarillo. Entre los conjurados, resulta imprescindible resaltar la tramposa tarea judicial de Gómez de Liaño en su condición de paladín de las libertades. La orden de encarcelar a Jesús Polanco y a Juan Luis Cebrián no se cumplió por el canto de un duro.
Los “indomables”
A Gómez de Liaño lo protegían en aquel momento el opusino Jesús Cardenal, fiscal general del Estado; el reaccionario Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional y el fiscal Ignacio Gordillo, también de la Audiencia Nacional. Gordillo pertenecía al grupo de los fiscales autodenominados “indomables”, de la Audiencia Nacional, entre los cuales figuraba María Dolores Vázquez de Prado, casada con Gómez de Liaño. Semejantes indomables –subrayémoslo- actuaron objetivamente más como aliados que como fiscales respecto a Mario Conde.
Sin amparo del Poder Judicial
Gómez de Liaño fue entrevistado para El Mundo –su diario amigo- el 13 de diciembre de 1999. Interrogado sobre si “sufrió interferencias jurídicas o políticas”, respondió que “no”. Pero lamentó no haber tenido “ningún amparo del Poder Judicial cuando me insultaban”. Quien ayer defendía a capa y espada al Mayor Insultador del Reino se quejaba hace casi nueve años de que le insultaran a él. Así es la corte de Losantos. Tal para cual.
Enric Sopena es director de El Plural
-->En El Mundo no se desperdicia ocasión para beatificar estos días a su colaborador habitual, que es además compadre de Pedro J. El turno de elogios al héroe le correspondió ayer a Javier Gómez de Liaño, quien firmaba una Tribuna Libre como “abogado y magistrado excedente”.
Manera fraudulenta
¿Magistrado excedente? Bueno, es ésta una manera fraudulenta de describir a este otro apologista de don Federico. En realidad, Gómez de Liaño es un juez –magistrado durante años de la Audiencia Nacional-, al que el Tribunal Supremo condenó, el 15 de octubre de 1999, por prevaricación, a 15 años de inhabilitación y expulsión de la carrera judicial.
Solemne disgusto
El 18 de diciembre de 2003, Gómez de Liaño y sus amigos del aznarismo se llevaron otro solemne disgusto. El Tribunal Constitucional denegó ese día a Gómez de Liaño el amparo contra su condena por prevaricar. La sentencia del Constitucional sólo contó con tres abstenciones frente a los nueve magistrados que votaron a favor de la misma.
El jubileo
Hay que puntualizar que siendo a la sazón Ángel Acebes, ¡qué casualidad!, ministro de Justicia –el 1 de diciembre de 2000-, Gómez de Liaño fue indultado por el Gobierno que presidía entonces José María Aznar. Acebes, el monaguillo de Aznar, indultó al tutti quanti, acogiéndose al jubileo o año santo que celebra cada cuarto de siglo la Iglesia. Benefició ese indulto a 1.443 personas Se trataba, en el fondo, de diluir entre muchas la absolución gubernamental al tal Liaño.
Amplia polémica
Este indulto masivo –que parecía inspirarse en la magnanimidad legendaria del llamado Caudillo- suscitó una amplia polémica. No faltaron excelentes constitucionalistas –como Marc Carrillo, entre otros- que criticaron el motivo de tan insólito indulto: “El jubileo es una celebración católica y el Estado español es aconfesional” Los poderes públicos –añadió- “deberían quedar desvinculados de razones religiosas”.
Formato de sentencia
Gómez de Liaño, en su Tribuna Libre, hace un panegírico de Jiménez Losantos y subraya que “es saludable sentirse solidario con alguien que jamás vuelve la cara a la libertad”. El escrito del juez prevaricador emula el formato de una sentencia. Sus considerandos son todos ellos positivos para el locutor copeliano. No deja de ser asombroso –o, mejor dicho, repugnante- que diversos tipejos de la derecha extrema y/o del cinismo sin escrúpulos se erijan ahora en baluartes de la libertad de expresión.
Alfil judicial
Porque –conviene no olvidarlo- Gómez de Liaño fue el alfil judicial que necesitaban Aznar y su patulea de verdugos para intentar el jaque mate al Grupo Prisa. Desde la Moncloa, el trío compuesto por el mismísimo Aznar, por Francisco Álvarez Cascos y por Miguel Ángel Rodríguez -poco después de la exigua victoria electoral del PP en marzo de 1996- hizo cuanto estuvo en su mano para destruir El País y la SER.
Vivos y conversos
El acompañamiento del trío fue multitudinario por parte del periodístico Sindicato del Crimen -con Pedro J. al frente de tan peligrosa pandilla-, que abarcaba desd Jaime Campmany, un franquista enragé ya difunto, a no pocos vivos y demasiados conversos, cuyos nombres continúan brillando con el esplendor del color amarillo. Entre los conjurados, resulta imprescindible resaltar la tramposa tarea judicial de Gómez de Liaño en su condición de paladín de las libertades. La orden de encarcelar a Jesús Polanco y a Juan Luis Cebrián no se cumplió por el canto de un duro.
Los “indomables”
A Gómez de Liaño lo protegían en aquel momento el opusino Jesús Cardenal, fiscal general del Estado; el reaccionario Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional y el fiscal Ignacio Gordillo, también de la Audiencia Nacional. Gordillo pertenecía al grupo de los fiscales autodenominados “indomables”, de la Audiencia Nacional, entre los cuales figuraba María Dolores Vázquez de Prado, casada con Gómez de Liaño. Semejantes indomables –subrayémoslo- actuaron objetivamente más como aliados que como fiscales respecto a Mario Conde.
Sin amparo del Poder Judicial
Gómez de Liaño fue entrevistado para El Mundo –su diario amigo- el 13 de diciembre de 1999. Interrogado sobre si “sufrió interferencias jurídicas o políticas”, respondió que “no”. Pero lamentó no haber tenido “ningún amparo del Poder Judicial cuando me insultaban”. Quien ayer defendía a capa y espada al Mayor Insultador del Reino se quejaba hace casi nueve años de que le insultaran a él. Así es la corte de Losantos. Tal para cual.
Enric Sopena es director de El Plural