07-10-08, 20:45
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
El Papa propone un fraude de ley
Benedicto XVI envió el pasado viernes al Congreso celebrado en Roma para conmemorar el 40 aniversario de la promulgación de la encíclica Humanae Vitae, un mensaje en el que afirmaba que "la posibilidad de procrear forma parte de la total entrega de los cónyuges y, añadía, que "excluir" esa dimensión "mediante acciones que impidan la procreación significa negar la verdad íntima del amor conyugal".
<!-- Estas manifestaciones no significan ninguna novedad sobre la postura de la Iglesia en relación con el matrimonio y las relaciones sexuales de la pareja; el objetivo del matrimonio es tener hijos y el sexo debe estar dirigido a la concepción y no a la concupiscencia.
Sin embargo, la hipocresía de la Iglesia surge en la segunda parte del mensaje del Papa en el que se muestra partidario de los métodos naturales (método Ogino) para controlar la natalidad. En este sentido, el Santo Padre entiende que no se vulnera la postura de la Iglesia, si las relaciones sexuales se planean teniendo en cuenta los conocimientos "que permiten a la pareja determinar los periodos de fertilidad".
En este caso y sólo en éste, el de sortear los periodos fértiles de la mujer, parece ser que la Iglesia, en un evidente fraude de ley, permite que la pareja se entregue al placer del sexo y que deliberadamente opte por evitar un embarazo no deseado. La palabra clave que da cobertura y que consiente evitar la prohibición de entregarse a la lujuria olvidándose de la procreación, es el “método natural”. Es la palabra mágica que convierte en accesorio lo esencial y el objetivo principal del matrimonio en un riesgo a evitar.
Pero para la Iglesia un método natural no es la utilización del condón que evita sin disimulos el embarazo de la mujer. Esta Institución necesita que el método sea lo suficientemente hipócrita para revestir de apariencia formal lo que en el fondo representa una violación de su propia doctrina.
Empleando un símil, quizás caricaturesco, pero perfectamente equiparable, sería como si estuviese prohibido, por una extraña maldición bíblica, cubrir nuestras manos con guantes para no pasar frío pero se permitiera, aprovechando el conocimiento de los ciclos climáticos en los distintos continentes, pasar de uno a otro y gozar de una eterna primavera. Aunque sin buscar imaginarios símiles, mis años me permiten recordar algo parecido en relación con la vigilia de los viernes - la prohibición de comer carne en esos días - y que los pudientes aprovechaban, en una clara demostración de sacrificio, para ponerse ciegos a marisco cumpliendo, así, con lo ordenado por la Santa Madre Iglesia.
Si no fuera porque esta Institución tiene todavía mucho predicamento y sus doctrinas son obedecidas en gran parte del orbe, estas ideas no pasarían de formar parte de un anecdotario extravagante. Pero, desgraciadamente, no es así, y sus teorías están provocando males irremediables en la humanidad. ¡Si al condón y no al embarazo no deseado! ¡Sí al condón y no al SIDA!
¿Para cuándo el fin de la noche de la historia?
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas
-->Estas manifestaciones no significan ninguna novedad sobre la postura de la Iglesia en relación con el matrimonio y las relaciones sexuales de la pareja; el objetivo del matrimonio es tener hijos y el sexo debe estar dirigido a la concepción y no a la concupiscencia.
Sin embargo, la hipocresía de la Iglesia surge en la segunda parte del mensaje del Papa en el que se muestra partidario de los métodos naturales (método Ogino) para controlar la natalidad. En este sentido, el Santo Padre entiende que no se vulnera la postura de la Iglesia, si las relaciones sexuales se planean teniendo en cuenta los conocimientos "que permiten a la pareja determinar los periodos de fertilidad".
En este caso y sólo en éste, el de sortear los periodos fértiles de la mujer, parece ser que la Iglesia, en un evidente fraude de ley, permite que la pareja se entregue al placer del sexo y que deliberadamente opte por evitar un embarazo no deseado. La palabra clave que da cobertura y que consiente evitar la prohibición de entregarse a la lujuria olvidándose de la procreación, es el “método natural”. Es la palabra mágica que convierte en accesorio lo esencial y el objetivo principal del matrimonio en un riesgo a evitar.
Pero para la Iglesia un método natural no es la utilización del condón que evita sin disimulos el embarazo de la mujer. Esta Institución necesita que el método sea lo suficientemente hipócrita para revestir de apariencia formal lo que en el fondo representa una violación de su propia doctrina.
Empleando un símil, quizás caricaturesco, pero perfectamente equiparable, sería como si estuviese prohibido, por una extraña maldición bíblica, cubrir nuestras manos con guantes para no pasar frío pero se permitiera, aprovechando el conocimiento de los ciclos climáticos en los distintos continentes, pasar de uno a otro y gozar de una eterna primavera. Aunque sin buscar imaginarios símiles, mis años me permiten recordar algo parecido en relación con la vigilia de los viernes - la prohibición de comer carne en esos días - y que los pudientes aprovechaban, en una clara demostración de sacrificio, para ponerse ciegos a marisco cumpliendo, así, con lo ordenado por la Santa Madre Iglesia.
Si no fuera porque esta Institución tiene todavía mucho predicamento y sus doctrinas son obedecidas en gran parte del orbe, estas ideas no pasarían de formar parte de un anecdotario extravagante. Pero, desgraciadamente, no es así, y sus teorías están provocando males irremediables en la humanidad. ¡Si al condón y no al embarazo no deseado! ¡Sí al condón y no al SIDA!
¿Para cuándo el fin de la noche de la historia?
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas
- GERARDO RIVAS
07/10/2008
El Papa propone un fraude de ley
Benedicto XVI envió el pasado viernes al Congreso celebrado en Roma para conmemorar el 40 aniversario de la promulgación de la encíclica Humanae Vitae, un mensaje en el que afirmaba que "la posibilidad de procrear forma parte de la total entrega de los cónyuges y, añadía, que "excluir" esa dimensión "mediante acciones que impidan la procreación significa negar la verdad íntima del amor conyugal".
<!-- Estas manifestaciones no significan ninguna novedad sobre la postura de la Iglesia en relación con el matrimonio y las relaciones sexuales de la pareja; el objetivo del matrimonio es tener hijos y el sexo debe estar dirigido a la concepción y no a la concupiscencia.
Sin embargo, la hipocresía de la Iglesia surge en la segunda parte del mensaje del Papa en el que se muestra partidario de los métodos naturales (método Ogino) para controlar la natalidad. En este sentido, el Santo Padre entiende que no se vulnera la postura de la Iglesia, si las relaciones sexuales se planean teniendo en cuenta los conocimientos "que permiten a la pareja determinar los periodos de fertilidad".
En este caso y sólo en éste, el de sortear los periodos fértiles de la mujer, parece ser que la Iglesia, en un evidente fraude de ley, permite que la pareja se entregue al placer del sexo y que deliberadamente opte por evitar un embarazo no deseado. La palabra clave que da cobertura y que consiente evitar la prohibición de entregarse a la lujuria olvidándose de la procreación, es el “método natural”. Es la palabra mágica que convierte en accesorio lo esencial y el objetivo principal del matrimonio en un riesgo a evitar.
Pero para la Iglesia un método natural no es la utilización del condón que evita sin disimulos el embarazo de la mujer. Esta Institución necesita que el método sea lo suficientemente hipócrita para revestir de apariencia formal lo que en el fondo representa una violación de su propia doctrina.
Empleando un símil, quizás caricaturesco, pero perfectamente equiparable, sería como si estuviese prohibido, por una extraña maldición bíblica, cubrir nuestras manos con guantes para no pasar frío pero se permitiera, aprovechando el conocimiento de los ciclos climáticos en los distintos continentes, pasar de uno a otro y gozar de una eterna primavera. Aunque sin buscar imaginarios símiles, mis años me permiten recordar algo parecido en relación con la vigilia de los viernes - la prohibición de comer carne en esos días - y que los pudientes aprovechaban, en una clara demostración de sacrificio, para ponerse ciegos a marisco cumpliendo, así, con lo ordenado por la Santa Madre Iglesia.
Si no fuera porque esta Institución tiene todavía mucho predicamento y sus doctrinas son obedecidas en gran parte del orbe, estas ideas no pasarían de formar parte de un anecdotario extravagante. Pero, desgraciadamente, no es así, y sus teorías están provocando males irremediables en la humanidad. ¡Si al condón y no al embarazo no deseado! ¡Sí al condón y no al SIDA!
¿Para cuándo el fin de la noche de la historia?
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas
-->Estas manifestaciones no significan ninguna novedad sobre la postura de la Iglesia en relación con el matrimonio y las relaciones sexuales de la pareja; el objetivo del matrimonio es tener hijos y el sexo debe estar dirigido a la concepción y no a la concupiscencia.
Sin embargo, la hipocresía de la Iglesia surge en la segunda parte del mensaje del Papa en el que se muestra partidario de los métodos naturales (método Ogino) para controlar la natalidad. En este sentido, el Santo Padre entiende que no se vulnera la postura de la Iglesia, si las relaciones sexuales se planean teniendo en cuenta los conocimientos "que permiten a la pareja determinar los periodos de fertilidad".
En este caso y sólo en éste, el de sortear los periodos fértiles de la mujer, parece ser que la Iglesia, en un evidente fraude de ley, permite que la pareja se entregue al placer del sexo y que deliberadamente opte por evitar un embarazo no deseado. La palabra clave que da cobertura y que consiente evitar la prohibición de entregarse a la lujuria olvidándose de la procreación, es el “método natural”. Es la palabra mágica que convierte en accesorio lo esencial y el objetivo principal del matrimonio en un riesgo a evitar.
Pero para la Iglesia un método natural no es la utilización del condón que evita sin disimulos el embarazo de la mujer. Esta Institución necesita que el método sea lo suficientemente hipócrita para revestir de apariencia formal lo que en el fondo representa una violación de su propia doctrina.
Empleando un símil, quizás caricaturesco, pero perfectamente equiparable, sería como si estuviese prohibido, por una extraña maldición bíblica, cubrir nuestras manos con guantes para no pasar frío pero se permitiera, aprovechando el conocimiento de los ciclos climáticos en los distintos continentes, pasar de uno a otro y gozar de una eterna primavera. Aunque sin buscar imaginarios símiles, mis años me permiten recordar algo parecido en relación con la vigilia de los viernes - la prohibición de comer carne en esos días - y que los pudientes aprovechaban, en una clara demostración de sacrificio, para ponerse ciegos a marisco cumpliendo, así, con lo ordenado por la Santa Madre Iglesia.
Si no fuera porque esta Institución tiene todavía mucho predicamento y sus doctrinas son obedecidas en gran parte del orbe, estas ideas no pasarían de formar parte de un anecdotario extravagante. Pero, desgraciadamente, no es así, y sus teorías están provocando males irremediables en la humanidad. ¡Si al condón y no al embarazo no deseado! ¡Sí al condón y no al SIDA!
¿Para cuándo el fin de la noche de la historia?
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas