18-04-08, 14:59
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
Cabos sueltos
Váyase a saber quién es la tal Sonsoles
El texto es de ABC, publicado ayer como pie de foto. O de dos fotos. A la izquierda, la fotografía en tamaño grande de una mujer singularmente atractiva. Se llama Mara Carfagna y ejerció durante algún tiempo en Italia el, sin duda, dignísimo oficio de modelo hasta que Silvio Berlusconi la convenció para que se afiliara a Forza Italia y trabajara políticamente a su lado. La otra foto es la del primer ministro del Gobierno italiano.
<!-- Antetítulo del pie de foto: “De modelo a aspirante a ministra”. Título: Carfagna, al cuidado de la familia de Berlusconi”. Texto: “Tras abandonar su carrera de modelo e ingresar –a petición de su líder y rendido admirador- en el partido de Berlusconi, por el que ya ha sido diputada, Mara Carfagna podría convertirse en la flamante ministra italiana de la Familia, cargo al que, paradójicamente, aspira después de poner contra las cuerdas el matrimonio del propio Cavaliere (&hellip
. “Si no estuviera casado, me casaría contigo ahora mismo”, le dijo Berlusconi a Carfagna en un acto público, lo que provocó un sonado escándalo mediático, aireado a través de cartas conyugales (&hellip
entre el primer ministro y su esposa”.
Deben de estar satisfechos, radiantes, los jerarcas de la Iglesia católica, apostólica y romana, a causa de la sensibilidad de Berlusconi respecto a la familia. Quienes crean que el líder de la derecha ha descubierto ahora –a través de Carfagna- la bondad de la familia, se equivocan de medio a medio. En su primer mandato, el año 1994, Berlusconi ya creó el Ministerio de la Familia. Puso entonces al frente del mismo a Antonio Guidi, psiquiatra infantil, minusválido y tránsfuga contumaz. Guidi pasó del comunismo al socialismo y, finalmente, fue diputado por Forza Italia.
En lugar de salir protestando por las calles de Roma en respuesta vibrante ante la falta de apoyo gubernamental a la familia -como sucediera recientemente en Madrid-, los católicos a marcha martillo, acompañados por los obispos, los cardenales e incluso el mismísimo Benedicto XVI, si conviniera, tendrían que manifestarse en favor de Berlusconi. Tanto si Carfagna va de ministra como si no. Estas cosas carecen de importancia. ¿O no recibió el Sumo Pontífice hace bien poco, y con todo afecto, a Nicolás Sarkozy, todavía no casado con Carla Bruni, otra ex modelo y además cantante?
Fue recibido, en efecto, Sarkozy por Benedicto XVI y en el transcurso de la audiencia ambos intercambiaron diversos puntos de vista. El Papa tuvo la deferencia de honrar al presidente de la República gala con el título de canónigo de la Legión de San Juan de Letrán, antigua distinción pontificia que se remonta a 1593 y que recibieron todos los monarcas de Francia a partir de ese año. Sarkozy, con tal motivo, pronunció un discurso en el que señaló que “las raíces de Francia son esencialmente cristianas” y se mostró partidario de una “moral” para su país.
Estos días, en EEUU, el Papa se ha entrevistado y visto cordialmente, muy cordialmente, con un político como George W. Bush, al que no se le conocen infidelidades conyugales. Miel sobre hojuelas. Con Bill Clinton, en cambio, la situación habría sido más complicada. Pero en los años de Clinton y la becaria Mónica Lewinsky, Benedicto se llamaba Joseph Ratzinger y se dedicaba a preservar la doctrina de la fe. Acosaba y castigaba a los herejes, a los disidentes y, sobre todo, a los curas que creían en la Teología de la Liberación como instrumento para proteger a los más pobres, a los más débiles. Pero se empieza por ahí –debía de barruntar Ratzinger- y se acaba en el relativismo, el laicismo y los matrimonios entre homosexuales. Es decir, se acaba destruyendo la familia.
Felizmente, sin embargo, hay gentes relevantes, que tienen altísimas responsabilidades públicas, personas de firmes convicciones -como Berlusconi, Sakorzy y, por supuesto, Bush-, que defienden la familia. No como Zapatero, que la hostiga y la erosiona sin remordimiento alguno. Y es que váyase a saber quién, en verdad, es la tal Sonsoles. Sabemos que es cantante, pero no modelo. Cuidadito, cuidadito.
Enric Sopena es director de El Plural
-->Antetítulo del pie de foto: “De modelo a aspirante a ministra”. Título: Carfagna, al cuidado de la familia de Berlusconi”. Texto: “Tras abandonar su carrera de modelo e ingresar –a petición de su líder y rendido admirador- en el partido de Berlusconi, por el que ya ha sido diputada, Mara Carfagna podría convertirse en la flamante ministra italiana de la Familia, cargo al que, paradójicamente, aspira después de poner contra las cuerdas el matrimonio del propio Cavaliere (…). “Si no estuviera casado, me casaría contigo ahora mismo”, le dijo Berlusconi a Carfagna en un acto público, lo que provocó un sonado escándalo mediático, aireado a través de cartas conyugales (…) entre el primer ministro y su esposa”.
Deben de estar satisfechos, radiantes, los jerarcas de la Iglesia católica, apostólica y romana, a causa de la sensibilidad de Berlusconi respecto a la familia. Quienes crean que el líder de la derecha ha descubierto ahora –a través de Carfagna- la bondad de la familia, se equivocan de medio a medio. En su primer mandato, el año 1994, Berlusconi ya creó el Ministerio de la Familia. Puso entonces al frente del mismo a Antonio Guidi, psiquiatra infantil, minusválido y tránsfuga contumaz. Guidi pasó del comunismo al socialismo y, finalmente, fue diputado por Forza Italia.
En lugar de salir protestando por las calles de Roma en respuesta vibrante ante la falta de apoyo gubernamental a la familia -como sucediera recientemente en Madrid-, los católicos a marcha martillo, acompañados por los obispos, los cardenales e incluso el mismísimo Benedicto XVI, si conviniera, tendrían que manifestarse en favor de Berlusconi. Tanto si Carfagna va de ministra como si no. Estas cosas carecen de importancia. ¿O no recibió el Sumo Pontífice hace bien poco, y con todo afecto, a Nicolás Sarkozy, todavía no casado con Carla Bruni, otra ex modelo y además cantante?
Fue recibido, en efecto, Sarkozy por Benedicto XVI y en el transcurso de la audiencia ambos intercambiaron diversos puntos de vista. El Papa tuvo la deferencia de honrar al presidente de la República gala con el título de canónigo de la Legión de San Juan de Letrán, antigua distinción pontificia que se remonta a 1593 y que recibieron todos los monarcas de Francia a partir de ese año. Sarkozy, con tal motivo, pronunció un discurso en el que señaló que “las raíces de Francia son esencialmente cristianas” y se mostró partidario de una “moral” para su país.
Estos días, en EEUU, el Papa se ha entrevistado y visto cordialmente, muy cordialmente, con un político como George W. Bush, al que no se le conocen infidelidades conyugales. Miel sobre hojuelas. Con Bill Clinton, en cambio, la situación habría sido más complicada. Pero en los años de Clinton y la becaria Mónica Lewinsky, Benedicto se llamaba Joseph Ratzinger y se dedicaba a preservar la doctrina de la fe. Acosaba y castigaba a los herejes, a los disidentes y, sobre todo, a los curas que creían en la Teología de la Liberación como instrumento para proteger a los más pobres, a los más débiles. Pero se empieza por ahí –debía de barruntar Ratzinger- y se acaba en el relativismo, el laicismo y los matrimonios entre homosexuales. Es decir, se acaba destruyendo la familia.
Felizmente, sin embargo, hay gentes relevantes, que tienen altísimas responsabilidades públicas, personas de firmes convicciones -como Berlusconi, Sakorzy y, por supuesto, Bush-, que defienden la familia. No como Zapatero, que la hostiga y la erosiona sin remordimiento alguno. Y es que váyase a saber quién, en verdad, es la tal Sonsoles. Sabemos que es cantante, pero no modelo. Cuidadito, cuidadito.
Enric Sopena es director de El Plural
- ENRIC SOPENA
18/04/2008
Cabos sueltos
Váyase a saber quién es la tal Sonsoles
El texto es de ABC, publicado ayer como pie de foto. O de dos fotos. A la izquierda, la fotografía en tamaño grande de una mujer singularmente atractiva. Se llama Mara Carfagna y ejerció durante algún tiempo en Italia el, sin duda, dignísimo oficio de modelo hasta que Silvio Berlusconi la convenció para que se afiliara a Forza Italia y trabajara políticamente a su lado. La otra foto es la del primer ministro del Gobierno italiano.
<!-- Antetítulo del pie de foto: “De modelo a aspirante a ministra”. Título: Carfagna, al cuidado de la familia de Berlusconi”. Texto: “Tras abandonar su carrera de modelo e ingresar –a petición de su líder y rendido admirador- en el partido de Berlusconi, por el que ya ha sido diputada, Mara Carfagna podría convertirse en la flamante ministra italiana de la Familia, cargo al que, paradójicamente, aspira después de poner contra las cuerdas el matrimonio del propio Cavaliere (&hellip


Deben de estar satisfechos, radiantes, los jerarcas de la Iglesia católica, apostólica y romana, a causa de la sensibilidad de Berlusconi respecto a la familia. Quienes crean que el líder de la derecha ha descubierto ahora –a través de Carfagna- la bondad de la familia, se equivocan de medio a medio. En su primer mandato, el año 1994, Berlusconi ya creó el Ministerio de la Familia. Puso entonces al frente del mismo a Antonio Guidi, psiquiatra infantil, minusválido y tránsfuga contumaz. Guidi pasó del comunismo al socialismo y, finalmente, fue diputado por Forza Italia.
En lugar de salir protestando por las calles de Roma en respuesta vibrante ante la falta de apoyo gubernamental a la familia -como sucediera recientemente en Madrid-, los católicos a marcha martillo, acompañados por los obispos, los cardenales e incluso el mismísimo Benedicto XVI, si conviniera, tendrían que manifestarse en favor de Berlusconi. Tanto si Carfagna va de ministra como si no. Estas cosas carecen de importancia. ¿O no recibió el Sumo Pontífice hace bien poco, y con todo afecto, a Nicolás Sarkozy, todavía no casado con Carla Bruni, otra ex modelo y además cantante?
Fue recibido, en efecto, Sarkozy por Benedicto XVI y en el transcurso de la audiencia ambos intercambiaron diversos puntos de vista. El Papa tuvo la deferencia de honrar al presidente de la República gala con el título de canónigo de la Legión de San Juan de Letrán, antigua distinción pontificia que se remonta a 1593 y que recibieron todos los monarcas de Francia a partir de ese año. Sarkozy, con tal motivo, pronunció un discurso en el que señaló que “las raíces de Francia son esencialmente cristianas” y se mostró partidario de una “moral” para su país.
Estos días, en EEUU, el Papa se ha entrevistado y visto cordialmente, muy cordialmente, con un político como George W. Bush, al que no se le conocen infidelidades conyugales. Miel sobre hojuelas. Con Bill Clinton, en cambio, la situación habría sido más complicada. Pero en los años de Clinton y la becaria Mónica Lewinsky, Benedicto se llamaba Joseph Ratzinger y se dedicaba a preservar la doctrina de la fe. Acosaba y castigaba a los herejes, a los disidentes y, sobre todo, a los curas que creían en la Teología de la Liberación como instrumento para proteger a los más pobres, a los más débiles. Pero se empieza por ahí –debía de barruntar Ratzinger- y se acaba en el relativismo, el laicismo y los matrimonios entre homosexuales. Es decir, se acaba destruyendo la familia.
Felizmente, sin embargo, hay gentes relevantes, que tienen altísimas responsabilidades públicas, personas de firmes convicciones -como Berlusconi, Sakorzy y, por supuesto, Bush-, que defienden la familia. No como Zapatero, que la hostiga y la erosiona sin remordimiento alguno. Y es que váyase a saber quién, en verdad, es la tal Sonsoles. Sabemos que es cantante, pero no modelo. Cuidadito, cuidadito.
Enric Sopena es director de El Plural
-->Antetítulo del pie de foto: “De modelo a aspirante a ministra”. Título: Carfagna, al cuidado de la familia de Berlusconi”. Texto: “Tras abandonar su carrera de modelo e ingresar –a petición de su líder y rendido admirador- en el partido de Berlusconi, por el que ya ha sido diputada, Mara Carfagna podría convertirse en la flamante ministra italiana de la Familia, cargo al que, paradójicamente, aspira después de poner contra las cuerdas el matrimonio del propio Cavaliere (…). “Si no estuviera casado, me casaría contigo ahora mismo”, le dijo Berlusconi a Carfagna en un acto público, lo que provocó un sonado escándalo mediático, aireado a través de cartas conyugales (…) entre el primer ministro y su esposa”.
Deben de estar satisfechos, radiantes, los jerarcas de la Iglesia católica, apostólica y romana, a causa de la sensibilidad de Berlusconi respecto a la familia. Quienes crean que el líder de la derecha ha descubierto ahora –a través de Carfagna- la bondad de la familia, se equivocan de medio a medio. En su primer mandato, el año 1994, Berlusconi ya creó el Ministerio de la Familia. Puso entonces al frente del mismo a Antonio Guidi, psiquiatra infantil, minusválido y tránsfuga contumaz. Guidi pasó del comunismo al socialismo y, finalmente, fue diputado por Forza Italia.
En lugar de salir protestando por las calles de Roma en respuesta vibrante ante la falta de apoyo gubernamental a la familia -como sucediera recientemente en Madrid-, los católicos a marcha martillo, acompañados por los obispos, los cardenales e incluso el mismísimo Benedicto XVI, si conviniera, tendrían que manifestarse en favor de Berlusconi. Tanto si Carfagna va de ministra como si no. Estas cosas carecen de importancia. ¿O no recibió el Sumo Pontífice hace bien poco, y con todo afecto, a Nicolás Sarkozy, todavía no casado con Carla Bruni, otra ex modelo y además cantante?
Fue recibido, en efecto, Sarkozy por Benedicto XVI y en el transcurso de la audiencia ambos intercambiaron diversos puntos de vista. El Papa tuvo la deferencia de honrar al presidente de la República gala con el título de canónigo de la Legión de San Juan de Letrán, antigua distinción pontificia que se remonta a 1593 y que recibieron todos los monarcas de Francia a partir de ese año. Sarkozy, con tal motivo, pronunció un discurso en el que señaló que “las raíces de Francia son esencialmente cristianas” y se mostró partidario de una “moral” para su país.
Estos días, en EEUU, el Papa se ha entrevistado y visto cordialmente, muy cordialmente, con un político como George W. Bush, al que no se le conocen infidelidades conyugales. Miel sobre hojuelas. Con Bill Clinton, en cambio, la situación habría sido más complicada. Pero en los años de Clinton y la becaria Mónica Lewinsky, Benedicto se llamaba Joseph Ratzinger y se dedicaba a preservar la doctrina de la fe. Acosaba y castigaba a los herejes, a los disidentes y, sobre todo, a los curas que creían en la Teología de la Liberación como instrumento para proteger a los más pobres, a los más débiles. Pero se empieza por ahí –debía de barruntar Ratzinger- y se acaba en el relativismo, el laicismo y los matrimonios entre homosexuales. Es decir, se acaba destruyendo la familia.
Felizmente, sin embargo, hay gentes relevantes, que tienen altísimas responsabilidades públicas, personas de firmes convicciones -como Berlusconi, Sakorzy y, por supuesto, Bush-, que defienden la familia. No como Zapatero, que la hostiga y la erosiona sin remordimiento alguno. Y es que váyase a saber quién, en verdad, es la tal Sonsoles. Sabemos que es cantante, pero no modelo. Cuidadito, cuidadito.
Enric Sopena es director de El Plural