[B][I]A todos, o casi todos, nos gusta presumir de que las fiestas de nuestro pueblo son las mejores del mundo. Nos sentimos orgullosos cuando los que nos visitan nos dicen: ¡Felicidades, vuestras fiestas han sido maravillosas! Eso hace que nos caiga la baba de lo orgullosos que nos sentimos.
Pero! (Siempre el puto “pero”), nos encontramos con la cruda realidad, que para conseguir ese objetivo de satisfacción son necesarias , como mínimo, tres cosas: Buena vecindad, voluntad de trabajo y ser conscientes de que las cosas tienen un coste: humano y financiero.
Lo que Llastres y Lluces, como pueblos en sí, sin mencionar al factor humano que los habitamos, tienen de potencial por su ubicación, paisaje y belleza es una auténtica suerte y una potencia muy grande para poder hacer cosas dignas. El marco y sus múltiples y variados escenarios pueden dar muchas alegrías.
En la vida siempre hay que priorizar. Quiero decir con esto que en función de qué fiestas queramos habrá que ver qué estamos dispuestos a hacer por ellas y cuánto estamos dispuestos, en función de nuestras precarias posibilidades económicas y de voluntad de trabajo, a aportar (siempre en función de nuestras prioridades que son fruto de nuestra libertad).
Por ejemplo, a título personal, para no entrar en divagaciones e ir a lo concreto. Si a mí se me ofrece la posibilidad de ser socio de una Asociación de Festejos de mi pueblo; que funcione democráticamente con arreglo a la Ley; y si yo obtengo diariamente 28 €. Entonces a la hora de priorizar no me importa dedicarle el 1% de esos 28 € todos los días del año: 0.28 céntimos al día (anual: 102 €). Eso es lo que yo voy a dar a esa Asociación si veo que trabaja y me da información transparente. Y también me comprometo a darle media hora diaria (acumulable, que son 183 horas al año) de lo que yo pueda hacer: barrer, llevar cajas, colgar carteles, limpiar cristales, etc.
Un saludo a toda la vecindad de estos dos pueblos tan maravillosos que tenemos la gran suerte de disfrutar.
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