JOSÉ LUIS MAGRO
CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA JUBILADO Y COFUNDADOR DE FORO ASTURIAS.-
Al predominar en los comportamientos humanos los paradigmas sociales sobre los racionales, nos enrolamos con suma facilidad en el grupo que transita por las cañadas de la trashumancia. El pueblo español lleva años ejerciendo mansurronamente el voto lo mismo que los rebaños de la Mesta repetían sus ascensos a nuestros puertos de Somiedo, San Isidro, Tarna o San Lorenzo para descender, después, a la ancha llanura castellana. Los rabadanes de los grandes partidos nacionales cumplen la sagrada misión de guiarnos a buen puerto a condición de no escuchar ni seguir unos silbidos distintos a los suyos.
Pero, para su sorpresa, han visto cómo en Asturias miles de ciudadanos levantaban la cabeza, desobedecían sus consignas, dudaban de sus promesas y se decidían a emprender la ruta marcada por los paradigmas racionales que conllevan siempre unos imperativos morales. Este acontecimiento, único en España, lo podíamos llamar ‘El efecto Asturias’.
Hablar del ‘efecto Cascos’ es, desde mi punto de vista, el intento de embotellar manipulada el agua de este manantial. Los socios fundadores de la nueva sociedad anónima son los tres partidos omnipresentes en Asturias y algún que otro medio de comunicación. Todos estampan en letras mayúsculas la misma marca: ‘Agua efecto Cascos’, pero cada socio tiene la libertad para resaltar los componentes minerales que le interesen para alejar a sus votantes de tan corrosivo producto.
La izquierda progresista, redentora y benefactora, destacará lo de ultraconservador, clasista y las variopintas fórmulas de la ultraderecha. Los del PP se contentarán con lo de ególatra e incoherente y el consabido ataque al general secretario. Y los citados medios de comunicación irán intercalando sus fórmulas en el día a día, según su conveniencia.
Con tan poderosos medios de propaganda, la marginación del producto ‘El efecto Cascos’ tendría que estar asegurada. Muy a su pesar, la campaña va por derroteros muy distintos a los deseados, ya que los consumidores de su denostada agua aumentan y el número de los que se acercan hasta el manantial llamado ‘El efecto Asturias’ se acrecienta cada día. Es necesario, pues, abordar en profundidad este fenómeno sociológico, único en nuestra España democrática.
‘El efecto Asturias’ es la manifestación del rechazo que miles de asturianos y asturianas sienten hacia los aparatos de los partidos que los encandilaron con sus promesas y los decepcionaron, después, con sus obras. El ciudadano no reniega de la política entendida como el ejercicio de un arte que hace más agradable y justa la vida en sociedad, sino de aquella que se desempeña como puro medro y salvaguarda de intereses personales o de partido.
‘El efecto Asturias’ es un grito de rebeldía contra una forma de hacer política que no busca la verdad en la objetividad, sino la salvaguarda de los intereses de la oligarquía político-financiera imperante, tanto en la derecha como en la pulida y virginal izquierda.
Marginados, esquilmados y engañados, los ciudadanos están sufriendo los latigazos que la galopante crisis les propina, mientras que sus dirigentes ni la afrontaron en el tiempo oportuno, ni la sufren en el presente por las prebendas que todos los partidos se otorgan a costa del erario público.
‘El efecto Asturias’ exige que los partidos vuelvan a ser «el instrumento fundamental para la participación política». (artículo 6 de la Constitución) y no el fin al que los ciudadanos tenemos que estar sometidos y esclavizados.
‘El efecto Asturias’ es una llamada a la decencia política, a la civilidad y al respeto del orden constitucional. ¡Que juzguen y opinen como quieran de Foro Asturias, pero que no lo consideren igual con lo que hay! Se puede mentir al pueblo; lo que no conseguirán nunca es engañarle de forma sistemática.
Lo verdaderamente apasionante para un observador es acechar los primeros destellos de la amanecida para vislumbrar el desenlace de la lucha desigual entre estos gigantes y el sietemesino Foro Asturias. PSOE y PP se han transformado en verdaderos dinosaurios junto a una Izquierda Unida que sigue sus pasos.
Los tres han desarrollado su tejido social de forma considerable; no así su agudeza visual. Por eso carecen de perspectiva. Su capacidad receptiva y comprensiva sigue siendo la misma o inferior a la de sus años de juventud; de ahí que carezcan de prospectiva. Si a esto sumamos las descoordinación entre sus prolongadas extremidades, la única conclusión plausible es que espantarán a muchos de los suyos acrecentando, así, el número de votantes para Foro Asturias.
Hay una cosa clara: ‘El efecto Asturias’ no dejará a nadie indiferente a la hora de ejercer su derecho al voto, dada la carga crítica y de responsabilidad que ha sembrado en la conciencia de todos los asturianos.
Publicado en el diario El Comercio