Los Antíocos IV Epífanes ¿vuelven de nuevo? (A propósito de las campanadas de Nochevieja)

Una humorista conocida como LalaChus (Laura Yustres) henchida de algo más que gracia y humor se puso “tierna”: “Siempre llevo encima mi estampita … creo que tú y yo, y muchísima gente, estamos hechos de cachitos de tele…
Y ante estas reflexiones tan sublimes y los saludos con la competencia liderada por la Pedroche España entera se rindió pues ya no se habla de otra cosa dada la corriente de frescura y buen hacer de la que se hizo gala en televisión y además porque, para algunos fachas y carcas, la estampita era una ofensa a los sentimientos religiosos. A partir de aquí se armó el belén y la marimorena juntos, y una muchedumbre de progres claman en las redes sociales arropando a LalaChus y fustigando a los retrógrados, uniéndose también a ese clamor el Ministro de Presidencia y Justicia anunciando que el Gobierno reformará el delito de ofensa a los sentimientos religiosos y manifestando que las denuncias por la estampita y la vaquilla es cosa de organizaciones ultras.
¿Será que esta nueva corriente de progresismo querrá curarnos de nuestras supersticiones y no lo sabemos valorar?. ¿Acaso no tiene España otras cosas de qué preocuparse?
El 15 de diciembre del año 167 antes de Cristo, por orden de Antíoco, en el altar de los holocaustos del templo de Jerusalén se construye un altar a Zeus olímpico hiriendo los sentimientos de los judíos. El historiador romano Tácito (Historiae V,8) dice que la intención de Antíoco era la de hacer progresar a los judíos (cambiar a mejor), abolir sus supersticiones y transmitirles las costumbres griegas (¿más cultas?).
El 10 de noviembre de 1793 la comuna de París organiza una fiesta en honor de la Diosa Razón en la catedral de Notre Dame y una cantante sentada en el altar es aclamada por la multitud; suenan tambores, trompetas y órgano y se baila en el templo. La iglesia de San Eustaquio se convierte en un gran cabaret.
¿Qué podemos decir ante tanto signo de frescura y de progresismo? Cicerón en sus cartas familiares dice: Stultorum sunt plena Omnia (Todo está lleno de necios)
El condenado injustamente, objeto de mofa, una vez más ahora, antes de morir en la cruz no pidió perdón para sí a sus verdugos; dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Pues eso